En su intento de socavar la economía de Rusia, la de EEUU vive un infierno
Las sanciones económicas occidentales nunca socavaron la economía de Rusia
Los rusos parecen estar menos afectados por el conflicto en Ucrania tras dos años y medio. Así lo afirma el medio 'The Hill', al indicar que, ni la incursión en Kursk, ni el más reciente paquete de sanciones provoca descontento entre la ciudadanía, y mucho menos afecta la economía. Mientras tanto, en EEUU se desata una huelga portuaria histórica.
"Hemos aplastado completamente la economía de Rusia", fueron las palabras de la exsecretaria de prensa de la Casa Blanca Jen Psaki, cuando aún no se habían cumplido tres semanas del inicio del conflicto en Ucrania provocado por EEUU y sus sucedáneos del Occidente colectivo. Conociendo al 'personaje Psaki', esas palabras salieron de su boca no llamaron la atención.
Pasaron dos años y medio y la economía que va rumbo a quedar aplastada es la de EEUU, y la de Europa también, mientras la de Rusia muestra una fortaleza que ya quisiera tener el propio país norteamericano y sus vasallos al otro lado del Atlántico: la Unión Europea. Es lo que se puede leer entre líneas en el artículo publicado en The Hill titulado ¿Por qué los rusos parecen tan satisfechos a pesar de la guerra en Ucrania?
La publicación destaca la situación actual de Moscú. "Al observar a Moscú, no solo vemos una enorme concentración de riqueza, que convierte a la capital en un contribuyente del 20% de todos los impuestos al presupuesto federal de Rusia, sino también una rápida modernización de la infraestructura de la ciudad y el desarrollo de diversos servicios digitales que apenas se ven en ningún otro lugar".
Asimismo, se refiere al impacto de sanciones ilegales contra Rusia, cuyos resultados fueron opuestos a los esperados por el Occidente colectivo.
"Las sanciones occidentales impuestas en 2022 provocaron una fuerte caída de las exportaciones de capital de Rusia. Casi todo el dinero que antes se habría canalizado hacia el sector inmobiliario de lujo europeo empezó a fluir hacia Moscú, San Petersburgo y sus suburbios (…) En los últimos 10 años, se construyeron 78 nuevas estaciones del metro de Moscú [más que en las cuatro décadas anteriores] y la red de cercanías se integró en un sistema ferroviario más amplio".
El exdiplomático y profesor de la UNAM Héctor Lerín explica el fracaso de las sanciones occidentales.
"Rusia es una potencia geopolítica (…) aparte de que tiene muchos amigos, tiene muchos recursos y puede trabajar y operar entre los BRICS, por ejemplo, con los africanos, con los amigos que tiene en América Latina. Estas sanciones, simple y sencillamente no tuvieron el efecto que quisieron. Y no sucedió lo que siempre quiere el Occidente colectivo, cuando se trata de hacer estas cuestiones, que la gente esté descontenta, que se enoje con su Gobierno y pueda derribarlo", señala el analista.
En tanto, EEUU está de cabeza. El Financial Times informa que decenas de miles de trabajadores portuarios estadounidenses se declaran en huelga por primera vez en casi cinco décadas. Analistas advierten que este cierre a raíz de un "punto muerto" sobre negociaciones en torno de salarios y automatización podría costar a la economía de EEUU unos 5.000 millones de dólares al día.
"Esto está siendo prácticamente un gancho al hígado para el Gobierno demócrata. Es una situación que no le conviene al actual Gobierno de EEUU ni a la campaña de la señora [Kamala] Harris (…) Una nación [EEUU] en algún sentido, marítima, con costas tremendas por el [océano] Atlántico y por el [océano] Pacífico, con una gran cantidad de comercio internacional, y que tenga este problema, son palabras mayores", afirma Lerín.
Paralelamente, la corporación aeronáutica estadounidense Boeing sufre una huelga, la primera desde 2008, justo cuando no consigue salir de una serie de escándalos relacionados con la calidad de sus productos y se enfrenta a un desplome de la cotización de sus acciones y a la amenaza de una baja calificación.
En julio de 2024, los empleados de la planta Boeing en Seattle anunciaron una huelga, con la que pretendían que, en su nuevo contrato, la dirección incrementara sus salarios un 40% a lo largo de los próximos tres años.
El convenio anterior expiró el 12 de septiembre. "Solo queremos un salario justo. No somos codiciosos. Es difícil vivir en este estado [de Washington]. Uno tiene que cobrar más de 160.000 dólares [al año] para comprar una casa", dijo a un medio estadounidense un electricista de una planta de Boeing.
"Evidentemente que esto revela una crisis de todo el sistema, se observa un descontento, que las cosas no van bien, que el Partido Demócrata no acaba de resolver los innumerables problemas que tiene la economía. El país tiene muchos atrasos", sentencia Lerín.